La genialidad de Montessori es que sigue las guías naturales del desarrollo de la persona que, en la infancia, son particularmente transformadoras, de ahí que durante los primeros seis años de vida se adquieran las características propias del ser humano: el andar, el lenguaje, la mano como instrumento creativo y las bases para el posterior desarrollo de la mente matemática y la mente razonadora. No obstante, no dejamos de transformarnos a lo largo de la vida y hasta la muerte; somos un constante flujo de energía que gana y pierde capacidades, que aprende y que olvida, y cuyo cuerpo debe ir adaptándose al ciclo biológico del ser.
La Asociación Montessori Internacional -AMI- se ha ocupado, en los últimos años, de retomar la filosofía y pedagogía Montessori para entender mejor a la persona en su vejez, y ofrecerle así las ayudas necesarias para responder a los intereses y necesidades de esta importantísima etapa, con el trabajo de personas comprometidas para ser entrenadoras de guías y facilitadores.
Es así como en el pasado XXIX Congreso Montessori, celebrado en Pachuca, Hidalgo, Julia Ballesteros Sentíes ofreció una excelente plática sobre “Montessori para el adulto mayor”.
Julia Ballesteros Sentíes tiene la licenciatura como Terapeuta en Comunicación Humana, es terapeuta de lenguaje especialista en cognición, guía AMI de Casa de los Niños, entrenadora AMI para el envejecimiento y la demencia, Death Doula (acompañante en la muerte), Interventora estratégica, Planificadora de cuidados paliativos… Para ella, el valor de estos títulos radica en cómo se conectan, porque su objetivo principal es garantizar que las personas adultas/personas mayores y sus cuidadores, vivan de la manera más digna y feliz posible, cada día.
A continuación les comparto algunos de los puntos que Julia abordó en su conferencia, parafraseando así parte de su increíble exposición, con el objetivo de que todos podamos dimensionar mejor los alcances de la filosofía y la pedagogía Montessori y, de ser oportuno, aplicarlas con los adultos que puedan beneficiarse de estas ideas. Posteriormente, en otra Gaceta, me gustaría tocar con ustedes lo que ella habló sobre el ambiente preparado para el adulto mayor.
Carmen Ramos Méndez G.
En la adultez se desarrolla la responsabilidad de mantener un compromiso con uno mismo a través de la independencia, la estabilidad emocional, la autenticidad, la formación de relaciones significativas, la autonomía financiera, la búsqueda del sentido y del propósito de la vida.
El adulto debe prepararse para asumir el envejecimiento; un proceso que comienza con el nacimiento. Nosotros somos nuestros mejores compañeros de vida; somos quienes estaremos con nosotros mismos hasta el final.
La vejez –o nueva longevidad– que coincide con la jubilación o retiro, se caracteriza por la sabiduría y experiencia adquiridas; hay cambios físicos en la salud, el bienestar y en las relaciones sociales. En esta etapa hay mucha reflexión y legado, así como adaptación al cambio. Es algo que, como humanidad, vivimos por primera vez, porque las nuevas generaciones tienen la oportunidad de conocer a sus abuelos y bisabuelos, a personas con más de 80 años.
Las causas del envejecimiento son varias: daños y degradación de las células y de los órganos vitales; alteraciones epigenéticas; la pérdida de proteostasis (acumulación de células que causan patologías asociadas al envejecimiento); la desregularización de mecanismos de nutrición; y la relación entre genética, ambiente, hábitos y estilo de vida.
Lo que determina cómo vamos a envejecer es el estilo de vida y la actitud que tengamos frente a ella, cómo nos enfrentamos ante lo que se nos presenta, en dónde está nuestra mente (presente, pasado o futuro), en lo que tenemos o en lo que creemos que nos hace falta y, por otra parte, en la humildad que tengamos para reconocer cuando necesitemos ayuda y saber pedirla.
Nuestro rol cósmico, como adulto preparado, es ser humano; ser nuestra mejor compañía, servir, ser parte del equipo llamado HUMANIDAD y, entender que, ser “tú”, es lo más bonito de ti.
Como adultos preparados está en nuestras manos mantener la energía vital y sentirnos lo más feliz y realizados posible, con acciones como el ejercicio, el movimiento físico y mental, la meditación, sintiéndonos agradecidos, mejorando continuamente nuestras relaciones, haciendo algo que amemos, disfrutando cada día, quizás viajando, aprendiendo… todo ayuda: amor, servicio, aceptación, vivir y, sobre todo, siendo más amable con uno mismo, cada día.
Ser amable es ser realista, no obstante hay que aplicar nuestro máximo esfuerzo y ayudarnos, como lo propone Montessori, aislando la dificultad, desglosando las tareas, con un paso a la vez, buscando metas alcanzables y medibles, de la mano de la GRACIA y la CORTESÍA.
Para aplicar la gracia y la cortesía debemos normalizar el BUEN trato, lo que se dice, lo que se ve y lo que no se ve; evitando edadismos y viejismos (ya no estoy en edad de…); siendo más conscientes del impacto de nuestro lenguaje, de nuestra voz; y promoviendo actividades intergeneracionales.
La muerte –o cierre del ciclo vital– es el final irreversible de la vida como la conocemos. Ocurre por diversas causas y puede presentarse en cualquier etapa del desarrollo del ser humano, por lo que ha sido un tema universalmente presente en nuestra existencia.
La muerte es el gran misterio de la vida, una gran paradoja porque es una certeza en la vida de todo ser vivo”. Alua Arthur
Sobre la muerte, podemos empezar a trabajar para tener una mayor claridad, analizar las creencias que tenemos y nuestros temores.
El temor a la muerte es real y ancestral; es un miedo total y natural que, de hecho, nos mantiene vivos, y que se activa cuando estamos en un momento inminente de peligro. También hay miedos culturales derivados de las creencias de lo que sigue, o no, después de la muerte. No obstante, este temor natural puede ser aprovechado para vivir al máximo la vida y vivir el único momento real que tenemos, que es el presente.
Es un privilegio, en la adultez, seguir preparándonos para la muerte, ya que es algo que podemos trabajar desde la infancia (con los ciclos de la vida de animales y plantas) de una manera ligera y sin negativismos; normalizándola. Verla como parte de la vida, y no como una antagonista, nos permite estar conscientes de su certeza en cualquier etapa de la vida, y nos da la posibilidad de conectarlas. Así, un tema con tantos prejuicios, se va normalizando y dejamos de verlo como un enemigo, ya que es parte de nuestra esencia como seres vivos; la muerte se convierte en una verdad que nos acompaña todos los días, recordándonos lo valiosos que son los detalles, los instantes de alegría, los momentos que compartimos con quienes amamos… dejamos de verla como algo ajeno.
Lo que se vive en esta última etapa es también un duelo por todo lo que se pierde, así que surge la pregunta: ¿cómo puedo acompañar/me mejor? Justamente empezando por ser la mejor compañía, sin querer controlar lo incontrolable, evitando juicios, aceptando el dolor del duelo que, siempre, va de la mano con el amor, permitiéndonos sentir –no para adquirir fortaleza, sino sensibilidad–.
Julia Ballesteros Sentíes
IG @nuupmontessori
@nuupvida
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